Miss Honolulú.



Esta obra entra en la liga de las canciones con más de un millón de escuchas en spotify, y es curioso, porque antes de publicarse era la menos favorita de todo el mundo. Esta canción irónica sobre un amor-odio surrealista parecía no encajar en el disco e incluso alguno de los músicos de directo, al escucharla para preparar los shows confesó que no le gustaba nada.

Pero yo recordaba el verano, escribiéndola en con mi bañador de palmeras, sentado sobre la mesa de madera del exterior, con la guitarra española con la que mi hermana nunca aprendió a tocar. Preguntándome a mi mismo si Toulousse Lautrec sonaba más pedante que otros artistas capaces de dibujar sonrisas temblorosas o impresionistas. Si eran los hombritos, o las rodillas, las que saldrían en  la postal de Hawai o si tal vez era demasiado absurdo decir en una canción eso de "eres la más guay". Pero ¿Por qué no? Entendí que había arte en eso, sentimiento, diversión y atrevimiento. ¿A caso solo se puede llamar arte a las cuestiones existenciales? Ese mundo de repelencias y estetismo estaba en mi cabeza deseando salir y reunir, en un personaje, todo el amor y odio hacia la vida plastidecor.

Ahora siempre me preguntan quién es Miss Honolulú y todavía no lo tengo muy claro, es ella, y tiene algo del lado vanidoso de todos nosotros, por suerte de unos más que de otros. Y sigue haciéndose selfies cuando acaba de pintarse las uñas, y está morena ya en abril, mucho antes que nosotros, el resto de mortales que no tenemos una canción que hable de nosotros.

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